EQUO Cantabria pide a Okuda que se retire del proyecto de mural circular del faro de Ajo

El pasado 26 de mayo se ha presentado a  los medios de comunicación el proyecto para pintar el faro de Ajo, una intervención del artista cántabro internacional Okuda San Miguel que tiene el respaldo del Ayuntamiento de Bareyo, de la Consejería de Turismo, de la Autoridad Portuaria de Santander, y del propio presidente Revilla. La intervención consiste en un colorido mural que ocupa toda la fachada redonda del edificio desde la base a la cúpula, incluidas las dos balconadas, y todos sus huecos. El costo del proyecto es de 75.000 € y ha sido adjudicado sin concurso. Se presenta como un magnífico recurso turístico, no por las cualidades del faro, sino por la espectacularidad de los diseños de Okuda. El faro de Ajo será en breve, si se acomete esta intervención, el faro de Okuda.

Tal es el éxito que se augura que el proyecto será presentado en breve en la reunión de todas las autoridades portuarias de España. Esperemos que en esa reunión alguien con  mayor sensibilidad por la protección del patrimonio cultural desaconseje a nuestros promotores que los faros, cuando se pintan, debe ser para que se perciba en ellos el valor cultural y arquitectónico de lo que son (un faro circular perfectamente integrado en el paisaje), y no para que se conviertan en otra cosa que es lo que se pretende ahora. Lo decimos con el máximo respeto por la obra de Okuda, a sabiendas de que muchos de sus murales son dignos de aplaudirse. Pero el mural del faro de Ajo no. Es una intervención estéticamente desaconsejable, por muchos aplausos que el “neofaro”, o “farokuda”, pueda desplegar en función del gusto de promotores y de una parte del público. Creemos sinceramente que no tiene justificación estética porque no puede haber belleza en una intervención que frivoliza y distorsiona la percepción de un valioso elemento de nuestro patrimonio arquitectónico: el faro, con su planta circular, y sus formas simples y funcionales inseparables de su color blanco que se alza verticalmente sobre un paisaje singular, la costa más septentrional de Cantabria, que es además Zona de Especial Protección para las Aves

Analizando esta situación nos hemos sorprendido de que un elemento tan valioso como el faro de Ajo tenga tan solo la protección de las normas subsidiarias del municipio de Bareyo con una normativa en la que se dice que “en todos los parámetros visibles desde la vía pública y en la cubierta no podrán hacerse reformas. Solo podrán realizarse obras de conservación siempre que se mantengan los elementos u materiales”. Con esta parquedad, cualquier técnico puede informar que el pintado de este mural es perfectamente admisible.

El partido ecologista califica de degradación cultural la intervención colorista que pervierte la identidad arquitectónica del edificio

Llama la atención de que el faro de Ajo no haya sido declarado BIC, tal como sucede con otros faros de Cantabria desde San Vicente a Castro Urdiales. Una anomalía que debiera hacer reflexionar a la Consejería de Cultura para tratar de reparar lo que puede ser un gran error. Cuando se protege un edificio, cualquier inmueble arquitectónico, o infraestructura, se hace con el objeto de mantener  su “integridad” y las “características esenciales del inmueble”; así lo señala la ley 11/1998 de Patrimonio Cultural de Cantabria. Y ello exige mantener la identidad del edificio, entenderlo como patrimonio histórico representativo de la arquitectura e ingeniería de faros marítimos de principios de siglo XX. Con la intervención de Okuda se convierte en un recurso turístico que degrada su valor cultural, pervierte su identidad, y sustituye la esencia del edificio para convertirse en un decorado pintoresco.

 

Seguramente, ni la Autoridad Portuaria, ni el Ayuntamiento de Bareyo , ni la Consejería de Turismo, ni el presidente Revilla entiendan nuestra preocupación, y acaso encuentren motivos más poderosos, en la reconversión del faro de Ajo en un recurso turístico artístico y espectacular que va a ser visitado por miles de personas para deleite de nuestra región. Por eso nos dirigimos a Okuda San Miguel, para pedirle con todo el respeto, que renuncie a esta intervención, es una auténtica barbaridad cultural, no todo vale en el arte, porque cuando el arte quiere serlo no puede olvidarse del contexto en el que se actúa.

Muy relacionada con la estética está la ética. Y aquí tampoco acertamos a encajar una obra como ésta en los tiempos que corren, dedicando una cantidad de dinero importante a decorar un edificio cuando el patrimonio cultural de la zona rural de Cantabria lleva hundiéndose desde hace décadas. No es tiempo para lo suntuario, ni lo espectacular, es tiempo de atender las necesidades reales de las personas, y salvaguardar nuestro patrimonio cultural.  

 

Comunicado aprobado por la mesa de Coordinación de EQUO Cantabria

31 de mayo de 2020